Estamos
celebrando la Resurrección de Jesús y nuestra resurrección. De la mano de Jesús
caminamos hacia una tierra nueva, y Dios secará las lágrimas de nuestros ojos, y
la muerte no
existirá más, no habrá duelo, ni gritos, ni dolor, porque todo
esto es ya pasado.
Algo que me causa
conflicto es que la gente cuando piensa en Jesús, lo sigue viendo en la cruz,
muerto. ¡Él está vivo, está con
nosotros!
En
Jesús puedes comprender que el amor es capaz de transformar el dolor, la
enfermedad y el sufrimiento en una ofrenda amorosa que trae salvación, paz y
bien a nosotros y al mundo entero.
La
Resurrección de Jesús es una alegría auténtica, profunda, basada en la certeza
de que Jesús ya no muere más, sino que
está vivo y activo en el mundo. Esta seguridad vive en el corazón de los
creyentes desde esa mañana de Pascua, cuando las mujeres fueron al sepulcro de
Jesús y los ángeles les dijeron: ¿Por
qué buscáis entre los muertos al que vive? (Lc 24, 5).
Cuántas veces, en nuestro camino cotidiano, necesitamos que nos digan: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Cuántas veces buscamos la vida entre las cosas muertas, entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y mañana ya no estarán…
Así de importante
es la Resurrección de Jesús. Su vida, muerte y resurrección forman una unidad completa.
Jesús vivió, murió y resucitó, predicando el evangelio del amor, del
amor a Dios, a los demás y a uno mismo.
Jesús no se queda
en su Resurrección. Nos promete a todos que vamos a correr su misma suerte, que
también nosotros vamos a resucitar. Nos regala la resurrección. “Yo soy la resurrección y la vida, el que
cree en mí aunque muera vivirá para siempre”. (Juan 11, 25-27)
Jesús viene a
cumplir uno de los anhelos más fuertemente arraigado en nuestro corazón: vivir
siempre y que la muerte no nos pueda. Pero vivir siempre no de cualquier
manera, sino vivir siempre de manera totalmente feliz, sin un miligramo de dolor, de
sufrimiento o de tristeza
Dándole vueltas a
este anhelo de eternidad, la persona de Jesús aparece con todo su amor y todo
su poder. La resurrección de Jesús es la victoria sobre la muerte
Por eso el Papa Francisco no se cansa de
repetirnos “que no os roben la
esperanza”. Es decir, la esperanza, la certeza de que nuestra vida termina bien, que
nos espera la resurrección a una vida plenamente feliz. No se vive igual con
esta esperanza que sin ella.
Mari García
Catequista de Confirmación
Monitora Pascua Xoven
La transformación, tal cual dices..dejar rencores y nacer a una vida nueva...mucho más fácil de escribir que de llevar a cabo...pero almenos intentemoslo, puesto que vivir en una luz plena tiene que ser la leche, lo difícil es llegar...🙏🥰
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