“Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después” dice Jesús, antes de lavarle los pies a Simón Pedro. Jesús en este instante, antes de cenar, sorprende a sus apóstoles. Se pone de rodillas para lavar unos pies que no son los suyos, con humildad, con sencillez, los seca con ternura y los besa con amor. Utiliza pausas, silencios que transmiten paz y serenidad. Es un momento de despedida, dejando en manos de sus seguidores la gran duda: ¿Qué quiere decirnos?
Nos mira y nos dice: “Os he dado ejemplo, para que hagáis lo que yo he hecho con vosotros”. Es aquí, cuando vemos la verdadera esencia de la igualdad y de la humildad. Lava los pies de cada uno de ellos, incluso de la persona la cual sabe que lo va a traicionar; no importa quien seas, para ÉL somos únicos e iguales.
Para mí, recordar ese momento y rememorarlo cada Jueves Santo, me resulta esperanzador, aunque me pueda ser complicado contemplando mi ciudad, las noticias y todo lo que me rodea; me percato de que cada individuo tiene sus problemas, sus preocupaciones e incluso más, desde que empezamos este confinamiento. Sin embargo, esto nos demuestra que todos somos iguales. Recuerdo la humildad que nos demostró Jesús lavándole los pies a sus apóstoles y me imagino, unos pies cansados y sucios de caminar, pero que Él se los está recomponiendo para que sigan luchando, para que reanuden su camino. Un camino que nosotros debemos continuar. Me veo hoy, con la suficiente fuerza para proseguir en él. Lavémonos los pies unos a otros y ayudémonos. Construyamos ese sendero día a día y con esfuerzo, pero siempre juntos, como un igual, en comunidad. Incluso en nuestras casas, quedándonos en ellas estamos recordando ese mensaje que nos dejó.
Me quedo con sorprender como Jesús sorprendió a sus apóstoles ese día. Un mensaje, una llamada en esta circunstancia especial. Me comprometo a seguir esta gran lección de humildad, romper las barreras de rivalidad que existen entre nosotros y tratarnos con igualdad, eso es lo que nos permitirá avanzar en ese camino nuevo: “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado” (Juan 15, 12)
Sandra Lijó.
Catequista de confirmación.
ORACIÓN
Estás en medio nuestro
como un gran amigo.
Sostienes nuestras voces
con tu voz silenciosa.
Es hermoso tenerte
tan cerca en este instante
de oración y alegría
que nos une a tu lado.
como un gran amigo.
Sostienes nuestras voces
con tu voz silenciosa.
Es hermoso tenerte
tan cerca en este instante
de oración y alegría
que nos une a tu lado.
Lávanos bien el alma
de egoísmo, Señor,
en tanto te rezamos
con las manos unidas.
de egoísmo, Señor,
en tanto te rezamos
con las manos unidas.
Haz que esta plegaria
que nos das que te demos
nos haga más hermanos
de verdad desde ahora.
Estás en medio nuestro que nos das que te demos
nos haga más hermanos
de verdad desde ahora.
sembrándonos tu vida,
tu reciente y eterna
ternura transparente.
Todo cuanto ahora mismo
cantamos todos juntos
es una lenta súplica
de amor y de querencia.
tu reciente y eterna
ternura transparente.
Todo cuanto ahora mismo
cantamos todos juntos
es una lenta súplica
de amor y de querencia.
Basta, Señor, de un mundo
que se cierra a tu altura.
De unos hombres
que sólo se miran con recelo.
De esta lágrima inmensa
que es la tierra en que vamos
medio viviendo aprisa
sin mirarte a los ojos.
que se cierra a tu altura.
De unos hombres
que sólo se miran con recelo.
De esta lágrima inmensa
que es la tierra en que vamos
medio viviendo aprisa
sin mirarte a los ojos.
Valentín Arteaga.
Muy bien la reflexión Sandra, que después seamos capaces de seguir con la sensibilidad que tenemos en esta situación ya es otra cosa, ojalá que nuestros corazones tengan una mayor capacidad para amar sin distinción de aquí en adelante, yo también lo deseo..La oración de Valentín es preciosa...pero que vamos a decir de ése gran poeta.😘
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