PADRE, PERDÓNALOS…PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN
Eran tiempos difíciles, de ahí que Jesús
emprendiera un movimiento a favor de los más pobres y desfavorecidos en la
sociedad en la cual le tocó vivir. Su vida la basa en ser consecuente entre lo
que pensaba y sus actos, a pesar de ser consciente de sus consecuencias. ÉL
sabía que su destino podría ser la muerte, pero no cedió en su cometido, luchó
por construir el Reino de Dios hasta el final.
Jesús, estando ya crucificado,
desangrándose y con un insoportable dolor mira hacia abajo y ve a toda la
multitud, entre la que se encontraba su madre, rota de dolor y con una gran
desesperación. Ve también a los que lo habían maltratado y crucificado y a
mucha gente que se burlaban de ÉL. Fue entonces cuando por primera vez se
dirigió al Padre pidiéndole, (cualquiera en su situación pediría que aliviasen
su dolor y el de su madre) Padre, perdónalos…porque no saben lo que hacen.
Su sangre seguía derramándose y cubría ya casi todo su cuerpo, pero toda ella
estaba rebosante de Amor y Perdón. Estando ya en sus últimos suspiros de vida,
Jesús sigue siendo el maestro que nos da la más grande de las lecciones, amar y
perdonar a todos, incluso a nuestros enemigos: es la única manera de estar bien
con uno mismo y así poder llegar a Dios
Padre.
En estos momentos estamos atravesando una
situación muy crítica y dura a nivel mundial, los muertos se cuentan por miles…
Se supone que en esta situación que estamos viviendo, la mayoría de la
humanidad tenemos nuestros corazones rotos o al menos encogidos y que nuestra
sensibilidad está a flor de piel, nos damos cuenta de lo vulnerables que somos,
de que nuestra finitud física puede ser inminente y aun así me pregunto… ¿Realmente
somos capaces de AMAR a todo
nuestro prójimo? ¿De Perdonar, incluso a
quien nos causó un gran agravio o incluso daño físico?
A mí personalmente estos días me
han servido para hurgar mucho y muy adentro de mi interior, he conseguido
apaciguarme como no lo hacía en años…muy escondida todavía quedaba paz y una
pequeña luz que nuevamente iluminó un poco mi ser, de tal modo, que me encontré
renovada y más preparada para seguir una vida más acorde con la que nos propuso
Jesús. No sé si amo más que hace unos meses, eso corresponde contestar a quien
lo perciba (si alguien lo hace), pero si sé que he conseguido perdonar algo más;
y colocar a alguna que otra cosa o persona en estanterías un poco arrinconadas,
que no pueda verlas mucho para que no me hagan demasiado daño. Me estoy
despidiendo del rol de juez puesto que los únicos hechos que me corresponde
juzgar son mis propios actos, pero aún a base de intentarlo tengo la decepción
de que como humana no conseguiré nunca perdonar realmente a todos. No tengo
envidia, celos, odio ni rencor puesto que ya nunca me gustó vivir con esos
sentimientos…pero realmente creo que no podré jamás perdonar del modo que
Cristo mostró. Esa asignatura siempre la tendré pendiente, pero no cesaré en el
intento.
Juana Guinaldo
Deleg
Pastoral de la Salud
Las palabras de Jesús en la cruz encuentran su culmen en el
perdón. El evangelista san Lucas narra cómo los dos ladrones que fueron
crucificados junto a Jesús se dirigen a él con actitudes opuestas.
El primero, llevado por la angustia del hombre ante la
muerte, lo insulta y no comprende que, siendo el Mesías, pueda quedarse en la
cruz. Pero es precisamente quedándose y muriendo en la cruz donde Cristo nos salva,
dando testimonio de que la salvación de Dios puede llegar a todos los hombres
hasta en las situaciones más extremas.
El segundo ladrón, movido por el temor del Señor, reconoce su
pecado, y confiesa su culpa con absoluta confianza en la infinita bondad y
misericordia de Jesús. Jesús está precisamente allí para estar cerca, para
salir al encuentro de la necesidad que tiene todo hombre de no ser abandonado,
y le promete que hoy estará con él en el paraíso. De este modo, en la hora de
la Cruz, Jesús revela el cumplimiento de su misión de salvar a los pecadores.
Desde el inicio hasta el final de su vida, Jesús se ha revelado Misericordia,
encarnación definitiva e irrepetible del amor del Padre.
Papa Francisco
MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO. HIJO, AHÍ TIENES A TU MADRE
María, madre de Jesús, sobrevivió al dolor de ver a su hijo
clavado en la cruz. Jesús, un inocente que cargó con los pecados de todos. Ese
fue su dolor, el dolor de María: una madre con el corazón desgarrado por ver a
su hijo sufrir y sin poder hacer nada, sólo acompañarlo en su dolor y
enterrarlo después. ¿Hay dolor más grande que el de una madre por su hijo? ¡Cuántas madres estarán en este momento
sufriendo por un hijo como sufrió María! Quien puede entenderlas mejor que ella
y que mejor ejemplo de sacrificio por un hijo que el de María. Ella con su
infinita bondad y generosidad antepuso la fe en su hijo a su propio dolor. Pudo
aguantar todo gracias a su fe, esa fe en la que debemos apoyarnos todos en
estos momentos tan duros, recordando que después de la oscuridad siempre viene
la luz, una luz que brillará con más fuerza, una luz que nos dará la fuerza
necesaria para salir adelante. Miremos a la Virgen María, junto la cruz del
calvario, acompañando a su hijo lleno de clavos, que agoniza. Contemplemos al
Hijo en una cruz y a María, alzando la mirada para ver a su hijo. Un hijo al que
por más que le ame no le puede ahorrar ese dolor (como cualquier madre con
gusto pasaría ella ese dolor por él). María es madre y lo arropa, ese es su
prueba final. Lo único que puede hacer es estar con él, acompañarlo en su
tormento infinito. Ahí está ella junto a él, mirándolo crucificado. Ahí está,
entera y con una mirada de infinita tristeza, sufriendo, pero aguanta porque
una madre lo aguanta todo por sus hijos. Ese es el legado que nos dejó María:
un modelo a seguir como Madre ya que, ¿quién mejor que ella, que tanto sufrió
por el dolor de un hijo, para entender a otra madre?
Manola Olveira Martínez
Catequista, madre y abuela
DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿PORQUÉ ME HAS ABANDONADO?
Jesús, que fue un hombre igual que nosotros, pronunciaba estas
palabras en la Cruz.
Expresaba la desolación, el abandono de casi todos los suyos,
se siente traicionado y renegado. Son un grito de muerte y de gloria que en
algún momento de nuestras vidas también hacemos nuestro.
Cuántas veces hemos sentido el abandono de Dios en el
sufrimiento, propio o de un ser querido, en la enfermedad, la muerte, la
soledad de estos momentos excepcionales…
Sin embargo, como Jesús, en medio de esa oscuridad
encontramos la esperanza, la Fe que nos guía en nuestro camino hacia Dios y
sabemos, de corazón, que Él nunca nos abandona, como tampoco lo hizo con Jesús.
María Roca
Catequista
TENGO SED
“En tu sed Señor, nosotros vemos la
sed de tu Padre misericordioso que en ti ha querido abrazar, perdonar y salvar
a toda la humanidad. (…) Señor, cubre nuestros corazones de sentimientos de fe,
de esperanza, de caridad, de dolor por nuestros pecados y llévanos a
arrepentirnos de los pecados que te han llevado a la crucifixión. Llévanos a
trasformar nuestra conversión hecha de palabras en conversiones de vida y de
obras”
Papa Francisco
TODO ESTÁ CUMPLIDO
Todo se consumou. A sexta palabra
que Xesús pronuncia na Cruz antes de morrer. Palabras que se refiren á certeza
de que levou a cabo a súa misión da mellor maneira posible, palabras serenas
que mostran a satisfacción de cumplir a misión que Deus lle encomendara.
Vivimos tempos difíciles, xa non
só pola terrible pandemia que nos ten a toda a humanidade preocupada, triste e
con medo, senón porque vivimos uns tempos nos que dar testemuño da nosa fe e
tentar vivir conforme a ela choca, en moitos casos, cunha escala de valores que
se afasta moito da proposta de Xesús. Nós debemos buscar ese camiño que Deus
nos ensinou, xa sexa na familia, traballo, grupo de amigos, etc. E chegar así
ao final dos nosos días coa conciencia tranquila de facer o ben aos demais e,
do mesmo xeito que Xesús, puidésemos despedirnos con serenidade, confianza e satisfacción
e dicir: estivo ben.
Traio á memoria e comparto o testamento
de Martin Luther King, porque me parece un home que manifesta o desexo de
rematar a súa vida ao estilo de Xesús:
"...Me gustaría que alguien
contase, en el día de mi muerte, que Martin Luther king trató de vivir en el
servicio al prójimo. Me gustaría que alguien dijera aquel día que Martin Luther
King trató de amar a alguien. Ese día quiero que podáis decir que traté de ser
justo y que quise caminar junto a los que actuaban en justicia, que puse mi
empeño en dar de comer al hambriento, que siempre traté de vestir al desnudo.
Quiero que digáis ese día que dediqué mi vida a visitar a los que sufrían en
las cárceles. Y quiero que digáis que intenté amar y servir a los hombres.
[…] Si consigo cumplir mis
deberes tal como debe cumplirlos un cristiano, si consigo llevar la salvación
al mundo, si consigo difundir el mensaje que enseñó el Maestro, entonces mi
vida no habrá sido en vano".
Teresa Moraña Busóms
Catequistas y Profesora de Religión en CEIP Palmeira
PADRE, A TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU
No
podemos saber lo que una persona siente cuando pisa el umbral de la muerte,
pero podemos imaginar la inquietud, la incertidumbre y el miedo.
Sin
embargo, el mensaje de Jesús es otro. Sus palabras denotan amor, confianza y
una profunda fe.
Podría
decirse que en la cruz conocemos al Jesús más humano, un Jesús de carne y hueso
que sufre, que es humillado y que se siente abandonado; aún así, reza y confía:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. El Señor cargó sobre Él todos
nuestros pecados, entregó su vida por amor a cada uno de nosotros.
Antes
de entregar el espíritu Jesús dijo: “Padre, está cumplido” consciente de haber
llevado a cabo la voluntad de Dios. Lleno de heridas y a un paso de la muerte
se siente triunfador salvándonos de la muerte.
Este
sufrimiento debe ser nuestro ejemplo, camino y aliento para vivir en la fe de
forma que también nosotros, al morir, podamos decir que hemos cumplido.
Jesús quiso abrirnos el camino de la fe, desde la cruz nos
enseña la renuncia llena de valentía a lo más importante, que es la vida. Y es
en la cruz, desde el dolor, cuando Jesús nos concede su misericordia, perdona a
quienes lo condenaron, despreciaron y maltrataron y pide a Dios que nos
perdone: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
GEMMA ALFONSÍN
Catequista y Grupo Pascua Xoven
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