En estos días nos recomiendan hacer un
minucioso examen en lo más profundo de nuestra alma y corazón sobre nuestras
acciones frente a Dios, nosotros mismos, nuestra familia y amigos, y desde ese
punto de vista, ver en qué estamos
fallando, y el sentido que le estamos dando a nuestra vida, para tomar a tiempo
el camino correcto. La palabra “reflexión” es clave en nuestro actuar
del día a día para ser mejores seres humanos, comprometidos con Dios, con
nosotros mismos, nuestras familias y la sociedad en sentido general.
Pienso que es difícil realmente poder
apreciar en su totalidad el sacrificio que Dios hizo al entregar a su Hijo
para morir por nuestros pecados. Por lo menos esto siempre lo fue para
mí. Sin embargo, hoy en día como madre, creo que me es más fácil poder
apreciar lo que Dios pudo haber sentido cuando permitió que Jesús muriera en una cruz.
Tenemos la oportunidad de reflexionar sobre la
muerte de Jesús. Es una oportunidad única para preguntarnos si esa muerte en la Cruz nos va
a servir a nosotros. Creo que la muerte de
Jesús en una cruz no “nos va
a salvar automáticamente” a menos que nosotros tomemos la decisión de
seguirle. Y seguir a Jesús significa que nosotros también vamos a tener
que tomar nuestra propia “cruz” y
seguirle por esa vía dolorosa que vamos a tener en este mundo, un camino
difícil en todo el sentido de la palabra.
Vivimos en unos tiempos en donde
muchos prometen felicidad y salud para nuestras vidas sin necesidad de
arrepentirnos de nuestros pecados. El camino en este mundo que Jesús nos
prometió, es más bien un camino difícil, estrecho, pero que conduce a Él.
Ese es el camino, que debemos seguir para mantenernos firmes en la fe y en la
esperanza. Si, es verdad, quizás en algunos casos Jesús mejore y sane las
enfermedades de algunos de sus seguidores, pero a muchos de nosotros también
nos va a decir “Bástate en mi gracia
; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad.” (2.Cor.12; 9), pues el sufrimiento muchas
veces nos va a ocasionar la paciencia y constancia que necesitamos para
mantenernos firmes en el camino de la cruz.
Seguir a Jesús o no, es una decisión que todos tenemos que tomar
en algún momento de nuestras vidas. Todos tenemos que decidir: rechazarle
o seguirle. No hay otra opción. Tratar de mantenerse imparciales
significa rechazar el amor y el perdón que Jesús da a sus seguidores.
Jesús no es solo “un” camino, sino es “el”
camino (Juan 14: 6 y Hechos 4: 12).
Si no has tomado esa decisión: ¿A qué
esperas?
Mari García Arca
Catequista de Confirmación
Coordinadora de liturgia
Es un camino de búsqueda continua, muy cuesta arriba, sobretodo de Fe, cuya recompensa es el mayor regalo que podemos recibir, pero el sacrificio es costoso y difícil de mantener...pero la decisión sin duda es exclusivamente personal, y sinceramente estamos en tiempos difíciles..🙏❤
ResponderEliminarConcisa y contundente, si Jesús es nuestro camino, que esperamos para seguirlo? Un abrazo
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